Siempre se ha debatido y cuestionado cualquier tipo de interpretación sobre las letras del Indio Solari, como a ningún otro artista del mundo. Sus poesías generan diferentes visiones y cada persona tiene la libertad de interpretarlo como sea, sostener su idea y exponerla de acuerdo a su estado de ánimo.
Un caso muy especial es "Juguetes perdidos". Un gran himno que se hizo dueño de los corazones ricoteros y que apenas fue tocada en vivo, paso a ser el sentimiento de todos.
Con diferentes motivos nos fuimos adueñando de la canción. No solo los ricoteros fuimos conmovidos por la misma, la banda y el mismo Indio siempre resultan emocionados al momento de tocarla.
Es un tema envuelto en melancolía, amor, pasión de esa que es inexplicable y que trae más dolores que placeres, pero que esos pequeños placeres valen más que mil abrazos. Sale como caricia a los chicos de los noventa, aquellos que popularizaron y masificaron a Patricio Rey. La banda venía del ambiente under y bohemio, impactando en los jóvenes abandonados por el sistema neo-liberal de los noventa, aquellos que perdieron esperanzas solo por venir de lugares humildes. Los chicos que caían de los suburbios y no encontraban escapatoria: estudiar era imposible porque eran inevitablemente empujados a laburar de jóvenes, ya que, en general sus padres habían perdido el trabajo. Esos son los "juguetes perdidos", esos chicos que vieron pasar las ilusiones en la mayor desigualdad de clases sociales que hemos vivido, cuando la clase media fue aniquilada y quedamos divididos entre dos bandos: clase alta y nosotros. No hubo lugar en las familias para grandes e impactantes juguetes, todo se resumió a una pelota de trapo, a una arma de madera. Y uno se va criando así. Acostumbrandose. Tomando el rechazo como algo común.
En ese momento es cuando encontras en Patricio Rey esas caricias que la sociedad te niega. Cuando sos rechazado por todo, las letras del Indio, la banda y las misas se abrían como grandes hogares receptores de aquellos "desangelados".
Por eso fuimos y seguiremos yendo. Porque dentro de las misas encontramos un sustento para sonreír, una esperanza de que todo podía cambiar, aunque nada cambiara. Porque en ese lugar, "las banderas ondeaban luzca el sol o no", en ese lugar somos felices sin importar la pobreza o riqueza que tengamos en ese momento, la riqueza para nosotros es escasa y efímera. Todos nos unimos bajo un mismo pabellón dejando de lado las diferencias, solo el rojo de sus letras, el negro del círculo y el blanco del lienzo, el género más barato para hacer una bandera ("Banderas rojas, banderas negras, de lienzo blanco".
Y en cada una de las misas, más allá de la alegría y unión entre la gente que llegaba de diferentes lugares del país, también podía percibirse siempre ese tufillo a quilombo. Porque la policía siempre estaba lista y preparada para atacar, sin razones, solo como una práctica, como un entrenamiento. Se siente en el aire, puede percibirse por más tranquila que esté la gente que el desastre siempre estaba latente. Y en general, pasaba. Una mínima chispa y todos a reprimir. A veces no era necesario generarlo desde la misma gente ("perfume al filo del dolor, así, invisible"). También es algo que siempre describió Solari en sus letras, esa "cacona" que circula buscando la excusa para "dar y dar".
Pero la gente vivía en otro mundo, uno más redondo. Sin importar como el mundo, su propio mundo era castigado por el gobierno y sus pocas ilusiones se iban esfumando. Se compartía todo, sin importar nada. El alcohol pasaba de mano en mano como si fuera una prueba de hermandad ("licor venéreo del amor"). El "porro" y los papelillos, igual ("sedas de sedas"). Los tatuajes comenzaban a ser moneda corriente entre los concurrentes, cargaban frases e imágenes de los discos ("está en las pieles"); y las banderas cargaban los nombres de los barrios porteños y las ciudades del interior que viajaban copando los trenes que eran el medio común de transporte ricotero ("guarda nombres en tu corazón").
Una de las formas en que Solari denominó a la gente es como "pájaros". Podemos tomar el poema de Charles Bukowski (*), uno de los escritores favoritos de Solari, "Hay un pájaro azul en mi corazón" para encontrar esa metáfora. Las bandas son pájaros de la noche que la banda sobre el escenario puede escuchar, los escucha cantar, bailar, corear las canciones, cantar en la previa, etc. Pero no puede verlos, son una multitud, es diferente al que está abajo que solo mira a cinco personas y rápidamente puede reconocer sus rostros. El Indio no puede ponerle un rostro, una cara a esa gente que está en el campo porque son miles, por eso a pesar de verlos nunca los reconoce ("oímos cantar y nunca vemos").
Para esos mismos pájaros, el único momento de placer es ese fin de semana. No viven holgadamente, apenas sobreviven. Carecen de todo, llegan de las zonas más complicadas del país. No les sobra nada, no viajan en avión, no llegan a un hotel, apenas los más afortunados se acomodan en carpas y llegan solventando los gastos de viajes con un fondo común entre amigos o dejando de lado otros gastos más importantes. Por eso, cuando todo termina, vuelven nuestros infiernos, esos que ya no son tan encantadores. Cuando tenés que volver y no tenes nada para cubrirte, el granizo te pega, la lluvia te moja y ahí sí te importa, si te molesta, si te duele ("el granizo golpeó"). Si estás en la misa y te cae un rayo festejas, pero cuando todo termina la vida vuelve a ser gris. Cuando el recreo termina ("la campana sonó"), volvemos a casa y esa casa no es una mansión, pocas veces llega a ser un hogar y en las miradas familiares hay más necesidades que sonrisas ("despertó sus tristezas, atronando su nidos").
Y siempre el riesgo está latente. La ruta, la policía, el común de la inseguridad de nuestro país está esperando para liquidarnos, sobre todo sabiendo que somos víctimas fáciles. Quién reclamaría por esta banda de desangelados? Las pruebas fueron contundentes, la muerte a manos de policías de un chico ricotero, quedó en la nada y el pasar de los años fue ayudando a que cada uno de los culpables disfrute su libertad. La parca, la muerte, siempre está ahí esperando a esos que más riesgos corren, sin titubeos ("Esperando allí nomás, en el camino, la Bella Señora está desencarnada").
Y llega una de las frases que más impacto en las bandas: "Cuando la noche es más oscura se viene el día en tu corazón". Una metáfora que por tan hermosa queda acorde a muchos momentos de la vida. Cuando la noche comienza a caer, la banda sale a tocar y ese arte genera luz en nuestro interior. Siguiendo con el comienzo de la estrofa que nos habla de la muerte, cuando la noche llega, llegan los riesgos y la muerte, para iluminar a esa persona que pasó a ser un estandarte de la gente, haciéndose bandera y canción.
Siguiendo con la canción, el Indio ya no era un adolescente (a veces pareciera que nunca lo fue). Entonces su mirada sobre la gente pasa a ser casi paterna: "Estás cambiando más que yo" y "asusta un poco verte así". Casi como si un padre le hablara a sus hijos, "vas muy rápido", "tené cuidado". Todo envuelto en un "yira, yira" que nos da más velocidad a todo, el mundo gira, nuestra vida gira y todo pasa tan veloz que podemos perdernos de cosas realmente importantes como la vida misma. Cierra la estrofa justificándose: "Cuanto más alto trepa el monito, así es la vida, el culo más se le ve". Cuando un personaje del estilo del Indio, el cual ha vivido la vida en constantes excesos y terminó haciendo bandera una frase como "vivir solo cuesta vida", que de golpe se muestre como un consejero que viene a decirte "bajá un cambio", lo primero que uno piensa es "sos un careta". Pero fijate que forma de excusarse encuentra, primero con una frase reconocida que explica que cuando el hombre comienza a crecer en esta vida, la visión cambia, cambian las preocupaciones y el culo, los miedos, más se le notan.
Se confiesa, sabe que no puede entregar más que un par de promesas, canciones, frases, arte y música ("Yo sé que no puedo darte algo más que un par de promesas"). Mientras del lado del público eso lo toman como pequeños datos para comenzar la revolución ("tics de la revolución"), rocanrolles que escupen puras verdades y realidades ("implacable rocanrol") que nos ponen a pensar, queman nuestro cerebro ("sienes ardientes") y ese incendio en nuestro interior, Solari lo toma como lo único valorable de toda esta carrera ("son todo el tesoro").
Así los ve. Con excesos, viviendo la vida al límite, bebiendo alcohol de más, fumando marihuana ("atragantados por los licores"), llegando a la misa vaya a saber como, todo tan rápido como aparece se olvida ("como borrones así, veloces") y eso genera un fuego interior en ambos que nos sigue dando fuerzas para seguir. Todo eso que se genera en las misas, el esfuerzo y los riesgos que corre la gente para poder ver a la banda, el empeño de la banda por estar cerca de la gente y darle el valor que merecen tanto con atenciones como ocupando un espacio dentro de sus canciones, es lo que mantiene vivo ese fuego que, como verán, "no se encienden frotando dos palitos" ("soplando brasas en tu corazón").
Y llega la realidad. Y llega el día, el maldito lunes post-misa. Y hay que volver a la calle, al laburo, a la sociedad. Ese maldito diablo que nos carcome la cabeza y la fuerza. Ahí ya se terminó la misa, no hay banderas ni bandas que puedan resguardarnos del dolor ("sin tus banderas sedas de sedas"). Entonces ahí no queda otra que sonreír, adularlo ("adorándolo como quiere él"), ya sea el jefe, el mundo, el sistema. Es la única forma de que sean un poco más leve con nosotros. Al fin y al cabo eso es lo que quieren, que uno demuestre inferioridad y que ellos puedan ser los superiores. Y es la única que nos queda porque volviendo al mundo donde vivimos, estos son los noventa y el despido es un simple telegrama. Por eso es mejor hacerle creer que tiene razón ("engañándolo"), porque es de la única forma en que podemos seguir sacándole una moneda ("vas a robarle el gorro al diablo").
De ahora en más, una vez cruzada la puerta de salida, está todo en tus manos: la llegada a casa, mantener tu laburo, sobrevivir ("este asunto está ahora y para siempre en tus manos"). Ya hoy por hoy y como está el mundo, solo podes robar esperanza y que te quede en claro es mucho más valiosa que la plata ("por primera vez vas a robar algo más que puta guita"). El camino es largo, sos joven y recuerda esto, por más duro que sea el patrón, la sociedad, el sistema, el mundo, todo sigue y nada de eso debe detenerte ("sin ese diablo que mea en todas partes y en ningún lado hace espuma"). Sabemos que es duro, pero no queda otra que seguir, llegar, vivir.
Este es un pequeño resumen de lo que uno puede sentir sobre Juguetes Perdidos. Hay miles y todos son válidos, pero creo que lo más importante es ese espacio que formamos dentro de la cabeza/corazón de Solari. El cantante escribe una de sus más grandes obras dirigida a nosotros, nos habla como padre, nos cobija cuando más solos estamos. Cuenta con naturalidad y aceptación lo que pasamos, lo que sufrimos. El dolor por quedar fuera de todo y los vicios excesos en los cuales vivimos. No nos deja afuera, no nos discrimina, gracias a Dios, él no cree en lo que oye de nosotros..
* Poema De Charles Bukowski: "Hay un pájaro azul en mi corazón"
Hay un pájaro azul en mi corazón que quiere salir pero soy duro con él, le digo quédate ahí dentro, no voy a permitir que nadie te vea. Hay un pájaro azul en mi corazón que quiere salir pero yo le echo whisky encima y me trago el humo de los cigarrillos, y las putas y los camareros y los dependientes de ultramarinos nunca se dan cuenta de que está ahí dentro.
Hay un pájaro azul en mi corazón que quiere salir pero soy duro con él,
le digo quédate ahí abajo, ¿es que quieres montarme un lío?
¿es que quieres mis obras?
¿es que quieres que se hundan las ventas de mis libros en Europa?
Hay un pájaro azul en mi corazón que quiere salir
pero soy demasiado listo, sólo le dejo salir a veces por la noche
cuando todo el mundo duerme.
le digo ya sé que estás ahí,
no te pongas triste.
Luego lo vuelvo a introducir,
y él canta un poquito ahí dentro, no le he dejado morir del todo y dormimos juntos así, con nuestro pacto secreto y es tan tierno como para hacer llorar a un hombre, pero yo no lloro,
¿lloras tú?