Desde hace años, cuando me sobra una moneda (y a veces sin que me sobre), me tomo una tarde para salir a pintar alguna pared. Primero ando buscando el muro que me inspire algún dibujo ricotero, lo dejo marcado en mi mente. Alguna vez lo he cruzado yendo a trabajar, girando por ahí, veo una pared abandonada donde se que no molestaré a nadie y nadie encontrará motivos para escracharla y me sello en la mente esa esquina. Desde el momento en que encuentro la pared vacía no dejo de soñar con que dibujo la voy a pintar. Es casi una aventura o la disfruto como tal. No tengo tatuajes, aunque siempre digo que me voy a hacer uno, pasa que nunca me alcanza o no termino de juntar el dinero. Pero salir a pintar una pared abandonada me genera algo, es difícil explicarlo hasta que encontrás a quien te saca a empujones las palabras justas de la boca...
Esa tarde salí en la bici con la mochila con un destino flechado. Mi vieja me saludó y me vio la sonrisa en la cara. Supuso a donde iba aunque no supiera mi destino, ni le interesó preguntar. Una hora y cuarto pedaleó hasta llegar. No me importa, estoy acostumbrado y sabiendo a donde voy y que voy a hacer lo hago con total placer. Es increíble como los vecinos te ven sonreir y te van saludando todos como si quisieran compartir tu felicidad. Llegué y la bici frena va frenando sola contra el cordón. Agarre una tarima que estaba tirada al costado de la pared, en un montículo de tierra por una obra en construcción y la utilicé como escalera improvisada. Con cada paso que daba, iba dibujando en mi mente mi obra maestra, mi perfección grosera. Agarré un aerosol, tire la mochila al costado y pise en la tarima para ponerme a pintar. Aclaro que no soy uno de esos chicos que hace esos dibujos espectaculares con aerosol, nunca estudie nada, pero como me sale del corazón creo que quedan lindos. Mientras iba pintando la frase e intentando encajarla en mi mente entre la cadena de "Oktubre", uno que pasaba por ahí se detuvo, me miró y con la mirada me dijo todo. No hizo falta que salga una palabra de su boca para darme cuenta, solo el desdén de su mirada era bastante claro. Sin embargo se detuvo un minuto para preguntarme.
-Qué ganás con gastar dinero en hacer una pintura así en el medio de una pared abandonada donde nadie la verá?
Solo tardé en contestarle lo que demoré en bajar de la escalera improvisada.
-Placer.
Agachó la cabeza y cuando pensaba que se iba, volvió a mirarme y masticando las palabras me tiró..
-Placer?
A veces no tenés ganas de discutir con nadie, menos con alguien que lees en sus gestos como te va juzgando solo por tu ropa, tu pelo o lo que estás haciendo. Pero otras veces esas mismas personas sacan de vos palabras que nunca pensaste que podías hilar y que luego de largarlas te sentís orgulloso, cómodo, como si explicarle a ese desconocido fuera tu cable a tierra del día..
-Si pensás que ganar implica algo como, plata, una mina o un plato de comida, esto es otra cosa mucho más importante. Más fuerte. Algo que se te enciende por dentro. No toda la gente lo puede ver, quizás si alguna vez sentiste algo parecido lo puedas notar. Alguna vez fuiste emocionado a ver a tu equipo de fútbol a pesar de que pierdan todos los partidos? Alguna vez te pasaste toda la noche pensando que le ibas a decir a esa mujer que te vuelve loco, sabiendo aún de que nunca te va a dar bola? Bueno, es más o menos eso. Hacer algo desinteresadamente o sabiendo que no vas a recibir nada, hasta que, por ejemplo, tu equipo empata sobre la hora y se salva del descenso o, la chica esa en lugar de esquivarte te sonríe. Bueno, no fuiste campeón del mundo, no terminaste en la cama con ella, pero esa sensación te hace brillar por dentro. Hace un par de años, estaba pintando una frase en una pared de Capital, en el medio de la nada a pesar de que estaba rodeado por todo. Como ese día tenía bronca, me habían robado la moto y como era cadete, perdí mi laburo. Tenía un solo aerosol negro y ciego pintaba y pintaba casi sin pensar. Cuando estaba terminando mi "vivir solo cuesta vida", alcanzo a darme vuelta y veo un chico parado mirando como pintaba. Tendría unos 9 años como mucho. Me preguntó que era eso, que quería decir, como si estuviera en chino. Me senté en el cordón, agarré la botellita de "coca" y le empecé a contar quiénes eran Los Redondos, como el Indio enamoraba con sus poesías, como tocaba la viola Skay. Le conté como la gente bailaba y armaba esas rondas llamadas "pogo". Le conté todo lo que se armaba alrededor de Patricio Rey, se lo dibujé con palabras como si fuera un superhéroe que vino a salvarnos la mente, cosa que es bastante real, todavía creo lo mismo. Mientras le iba contando cada parte de esta historia redonda, el pequeño me frenó y me preguntó porque esa frase? Y a pesar de toda la bronca que me llevó a pintar esa frase, en su mirada solo vi inocencia y le expliqué que esa frase escondía muchos sentimientos pero que también nos daba fuerzas para seguir, que en general la vida nos golpea más fuerte o más suave y que no nos queda otra que seguir, que dar vuelta la página y avanzar. Que dentro de todo el dolor que nos dejan los golpes, siempre podemos y debemos dar vuelta la página para seguir luchando. Le dije que a lo mejor con el tiempo lo iba a entender mejor y que era más linda la frase envuelta en la música que la contiene. El chico me sonrió y me dijo: "le voy a decir a mi mamá que me compre un compact de Patricio Rey". Me sentí orgulloso, algo dentro mío me dijo que generé en él algo bueno. Ese chico no pensó en mí como un drogadicto o un vándalo. Mi miraba prestando atención en cada detalle. No lo dudé un segundo y saqué del discman el cd de "La mosca y la sopa" y se lo dí. En voz baja le dije "cuidalo" y él me miró con una emoción como si fuera navidad. Agarró el cd me largó un "gracias" que no cabía en su sonrisa y salió corriendo como corren los niños, sin estructura, todo desparramado, como si algo dentro de él corriera más fuerte que su cuerpo. Todavía me acuerdo su sonrisa y su forma de correr, no se su nombre ni donde vive, pero esa sonrisa no se me borró más. De ahí en más siempre pienso en eso cuando salgo a pensar en que frase voy a pintar: a cuantos chicos o grandes que ven una frase por primera vez los empuja a escuchar Los Redondos? Qué favor le hacemos a un corazón que lo llenan por todos lados con cumbia, en mostrarle que hay otra opción más interesante? Cuantos chicos estarán dando vueltas, leen una frase y se emocionan sin saber de donde viene o que significa? Eso no me generó más plata en el bolsillo ni que me miren las pibas, pero me generó un placer por dentro que nada lo puede borrar.
Increíblemente, el tipo me miró, bajó la mirada y giró su cabeza de un lado a otro. Siguió caminando agarrando más fuerte su maletín con desconfianza y apurando el paso. Me senté en el piso de nuevo, miré la pared y sonreí. De un salto me puse a pintar la frase que todavía hoy sigo viendo cada vez que voy a trabajar: "La gente decente es diferente". La decoré con unos lentes y un maletín como los que cargaba ese tipo. Cuando terminé mientras me limpiaba las manos, veo que atrás mío había una chica mirandome. Hermosa.
La cancherié y le solté: -sabes de que es esta frase?
-Si boludo, de Los Redondos- Me contestó bajándome de mi lugar de artista terrenal.
Le convidé lo que me quedaba de "coca" y empezamos a caminar...