-Esa emoción no te lo genera nada. Porque no es algo único es algo que nos pasa a miles. De golpe nos encontramos ahí, sin nada, con mucho, poco, lo que sea. Cansados, con sed, con hambre. Los que recién llegan, los que están hace días. Y empezamos a bailar, a cantar, a saltar, sonriendo, llorando. Como si fuera la última tarde de nuestras vidas, como si fuera el comienzo de algo nuevo, como si nada más importara, como si todo lo que importa pasara en ese momento.
Vienen de lejos, muy lejos. En avión, en tren, en colectivo, a dedo, en auto, hasta los he visto llegar en bicicleta. Vienen de otras ciudades, otras provincias, otros países loco, me entendés? vienen de otros países! Y es solo una excusa.
Llegan camiones llenos con grupos de amigos, colectivos que desbordan de desconocidos, autos con familias completas, abuelos, tíos, primas, hermanos, vecinos. Desde los bebés más pequeños hasta los más antiguos caminantes de este mundo redondo. También los que llegaron solos y en un par de segundos se llenaron de amigos.
En silla de ruedas, con muletas, con discapacidades que complicarían o bajarían del viaje a cualquiera. A veces parece milagroso ver alguien que perdió la vista o ver un pibe que hace meses por un accidente no puede caminar y dejó todas sus lágrimas y broncas para vivir una fiesta. Vienen enfermos, enyesados, rotos y mal parados. Vienen con el telegrama de despido que se ganaron por faltar ese fin de semana. Llegan con lágrimas en los ojos porque lo último que escucharon al cerrar la puerta fue: "la misa o yo".
Llegan escapando de la yuta o pidiendo el "finde" en su empresa. Llegan con la remera rota y gastada o con una nueva que compraron recién en la ruta.
Si mirás bien, ves a los mismos vendedores que vienen cayendo de todos lados, tararear las canciones y sonreír al ver a toda la monada cantando. Se mueren de ganas de dejar las hamburguesas un rato y abrazarse con todos. Mirá como el vendedor de remeras agita con la mano o el que está parado a lado de la parrilla controlando los "choris" mueve el piecito al ritmo de la gente.
Están copando todas las casas en alquiler, llenan los hoteles y hostels. No cabe un puto alfiler en los campings repletos de carpas y hay gente durmiendo en la calle y disfrutando como si fuera la mejor cama del mundo.
Llegan bien temprano y empiezan a juntar leña para armar el asadito o caen a la siesta sin poder pasar bocado por la resaca que les quedó del viernes.
Están los flaquitos, los obesos, los petisos, los altos. Están los viejos y los jóvenes. Están las lindas y las hermosas. Están todos.
Y empezas a caminar en el medio de la multitud mirando todo como una pintura que tiene diferentes capas y cada una tiene algo especial. Podes caminar horas disfrutando cada parte de ese paisaje artificial. De solo mirarlo te emociona, te da risa, te sorprende.
"ya sufriste cosas, mejores que estás... y vas a andar esta ruta hoy, cuando anochezca... tu esqueleto te trajo hasta aquí, con un cuerpo hambriento y veloz; y aquí gracias a Dios, uno no cree en lo que oye.."-