BIENVENIDOS AL GHETTO

Ya no estás solo, estamos todos en este día y cada día. No venimos a enseñarte, solo a darte un lugar para que compartas este sentimiento. No somos nada mas que un grupo de amigos que disfrutan de una pasión sin límites y quieren contarla. Por suerte nunca ningún miembro de los Redondos ha confirmado alguno de los mitos que se generaron a su alrededor, lo que hace imposible afirmar lo escrito aquí. Disfruten del viaje, termina cuando ustedes quieran.


jueves, 6 de marzo de 2014

Detrás de las letras: "Cada pequeña muerte"


Hay varias versiones de lo que en realidad se enfocaría en una misma razón: La pequeña muerte o “La petite mort” ya que la frase tiene origen en Francia, está dibujando un momento de desvanecimiento, en el caso fundamental del sexo, indicaría el momento post-orgásmico de pérdida del estado de conciencia por haber llegado al momento culmine de éxtasis sexual. Mas culturalmente en Francia también se denomina de esta forma a las pequeñas despedidas, como escribió Galeano: “No nos da risa el amor cuando llega a lo más hondo de su viaje, a lo más alto de su vuelo: en lo más hondo, en lo más alto, nos arranca gemidos y quejidos, voces de dolor, aunque sea jubiloso dolor, lo que pensándolo bien nada tiene de raro, porque nacer es una alegría que duele. Pequeña muerte llaman en Francia al abrazo, que rompiéndonos nos junta y perdiéndonos nos encuentra y acabándonos nos empieza. Pequeña muerte, la llaman; pero grande, muy grande ha de ser, si matándonos nos nace”
En el caso que nos une, Carlos Solari va detallando una despedida en su letra, una despedida que como históricamente sabemos, “son esos dolores dulces”. En este caso, el dolor comienza a desaparecer, un dolor muy profundo, una pena casi insoportable. El relato es de ambas personas, una que se fue o está yendo y otra que lo ve partir.
A pesar de ser un rock con una potencia oscura, el protagonista va proclamando como su dolor se apaga por esta llegada al final del viaje, (se va, se apaga tu dolor ya no te protege ahora) por esta aparente solución que no es tal, solo es una forma de calmar psíquicamente al paciente y a pesar de ir quemando cada pequeña parte de su dolor con esa luz exterior que ingresa en su cuerpo y va iluminando, su final llega sin poder impedirlo (al final, tu herida sanó me siento indefenso..) Esa luz exterior no es obviamente algo místico o religioso, recordemos que Solari es ateo. Su luz viene a curar o a calmar el dolor y termina llevándolo a descansar en un “lugar que me aburra más para aliviarme sin sanar”, para hacerlo más simple, la luz no puede detener su muerte, pero si calmar el dolor, en la tumba ya no va a sufrir, no hay “más allá” ni cielo que lo consuele. Básicamente su tormenta de dolor interior terminó con este "remedio" (mi tempestad privada amainó con cada pequeña muerte).
Una despedida clara es decirle a un enfermo terminal, por decir alguien con tratamiento oncológico, “al final, tu herida sanó, me siento indefenso”. Al final, todo terminó, partiste y tu dolor se calma, pero me quedo solo y al verte partir, me siento indefenso.
Cada uno de los dolores que sufre un paciente de este tipo son como tempestades internas que afectan a diferentes órganos y llenan su más profundo ser de un dolor casi insoportable, que solo es calmado con los tratamientos que a pesar de no ser 100%  efectivos, se aplican para contrarrestar el ataque de la maldita enfermedad. “Mi tempestad privada amainó…
Los susurros del paciente decaído los recibe su pareja, su amor más sincero, que como siempre es el único que está firme acompañándonos hasta en las peores situaciones, hasta en esos momentos de internación cuando sabemos o podemos presentir que la muerte está cerca. Allí, quizás aturdido por los tratamientos o cansado de permanecer en ese estado, solo pide por favor ser desatado, que lo dejen ir, partir, que lo dejen morir que lo desconecten (Voy a irme lejos de vos cuando me desates, nena), voy a morir, cuando me desconecten, cuando mi caído cuerpo que no puede resistir con vida si no está asistido farmacológicamente sea desconectado, ahí finalmente me iré de tu lado. Es una forma de estar atado, de sentirse atado a un sistema de asistencia que no es elegido por el paciente. Las personas que llegan a este estado terminal, a veces eligen partir de este mundo antes de seguir siendo “una molestia” para sus seres más cercanos.
Un paciente terminal, por una enfermedad digamos como el cáncer, por nombrar la más dura de este tiempo, es sometido a un tratamiento durísimo, que más allá de calmar el dolor con cada célula maligna que va quemando dicho tratamiento (algo en tu interior murió, la bendita luz, la que se filtró una vez y me iluminó), no asegura una recuperación total, no nos asegura sanar. Solo podemos llegar a sanar totalmente, en el momento de la despedida final, el último adiós, la muerte.


Texto: Ricoteros de Alma.