Siguiendo la ruta sin destino a la cual siempre fue sometido, buscaba un respiro que nunca solía encontrar. Las malas compañías acostumbraban ser su sombra, la yuta lo esperaba con su mirada represora lista para caerle y la sociedad lo dejaba de lado, lo evitaba, lo discriminaba, no entendía como este personaje despreciable para ellos, caminaba orgulloso al costado de este mundo.
Zippo viajaba subido a un bondi que sabía no encontraría un buen final. Pero también entendía que no había escapatoria, la marginalidad lo había sellado de por vida y la salida fácil de delinquir le había caído simpática. Su vida transcurría sabiendo que corría con el riesgo de expirar en cualquier momento. Pero ya nada le importaba, el solo esperaba cruzarse alguna vez con la parca y dios, cualquiera llegara primero el los enfrentaría para poder cantarle de frente y sin miedo porque le había tocado vivir esta vida.
Así seguía de viaje, el fierro en la cintura, una navaja siempre a mano y algunos blancos vicios que endurecían su rostro para hacer un poco mas pasable el trago amargo que implica saber lo cercano que esta el fin.
No tenía victimas, solo deudores. Él creía firmemente que la sociedad le debía sueños y se los pensaba cobrar robándoles. Así los veía Zippo, encaraba sus trabajos con la mente en blanco, sin dudar y sabiendo que al final del día su frase de cabecera salia siempre a rescatar su conciencia: "era el o yo".
Su sonrisa brillaba hasta en los peores momentos, hasta en los mas tensos segundos del laburo el podía sonreír, como provocando a la muerte y a la libertad, como demostrando que el miedo lo abandonaba y la suerte lo acompañaba, así te encerraba con su mirada y sacudiendo el metálico brillo pedía amenazante su sueldo momentáneo.
De esta forma conseguía sobrevivir. No necesitaba mas que un lugar descuidado y su valor. Eso era todo.
De golpe en golpe, pasaban sus días. De infierno en infierno, pasaban las noches. Zippo era bueno, era loco, estaba vivo y su alma se desataba con el ocaso del día. Pero su corazón se apagaba con el amanecer y comenzaba su recorrido sin piedad robando a punta de pistola por los barrios argentinos.
Nunca tuvo nada, nunca. Nunca quiso tener nada, nunca. Pero una noche de whiskys y miradas entre cruzadas con las bailarinas del puticlub del cual era habitué, su destino se torcería un poco, para, como nunca antes lo había aceptado, encontrar un socio en su trabajo...
Eran las 3 a.m. y la sonrisa de Zippo se apagó. Rara vez ocurría esto, la noche recién comenzaba. Bajó la mirada, apenas tanteo el fierro y le quito el seguro, se acomodo en el asiento del antro nocturno y suspiro esperando lo peor. Estaba listo, siempre lo estaba. Por un momento titubeo, nadie solía acercarse a él y con una mezcla de cuidado y atención escuchó un susurro muy especial...
"Soy el Zumba".. dijo mientras se acomodaba a su lado este gigante desconocido.
"Yo no soy ni quiero ser nadie.." contestó mientras se erigía rápido y listo para irse.
"Tengo un laburo fácil y de buena banca, Zippo". Las palabras inmediatamente escribieron dudas en la mente de Zippo. Quien es este Zumba? Que laburo? y por sobre todo, Como me conoce? La curiosidad mató al gato y atrajo a Zippo a la mesa nuevamente. Se sentó, tiro una sonrisa cordial, saco un poco de marihuana y mientras armaba el cigarro sin levantar la mirada, dijo tajante: "te escucho, no me hagas perder tiempo"
Ahí comenzó la charla, ahí comenzó un nuevo viaje para Zippo, pero ya no mas solo, ahora acompañado por el Zumba.
Texto: Ricoteros de Alma.
Zippo viajaba subido a un bondi que sabía no encontraría un buen final. Pero también entendía que no había escapatoria, la marginalidad lo había sellado de por vida y la salida fácil de delinquir le había caído simpática. Su vida transcurría sabiendo que corría con el riesgo de expirar en cualquier momento. Pero ya nada le importaba, el solo esperaba cruzarse alguna vez con la parca y dios, cualquiera llegara primero el los enfrentaría para poder cantarle de frente y sin miedo porque le había tocado vivir esta vida.
Así seguía de viaje, el fierro en la cintura, una navaja siempre a mano y algunos blancos vicios que endurecían su rostro para hacer un poco mas pasable el trago amargo que implica saber lo cercano que esta el fin.
No tenía victimas, solo deudores. Él creía firmemente que la sociedad le debía sueños y se los pensaba cobrar robándoles. Así los veía Zippo, encaraba sus trabajos con la mente en blanco, sin dudar y sabiendo que al final del día su frase de cabecera salia siempre a rescatar su conciencia: "era el o yo".
Su sonrisa brillaba hasta en los peores momentos, hasta en los mas tensos segundos del laburo el podía sonreír, como provocando a la muerte y a la libertad, como demostrando que el miedo lo abandonaba y la suerte lo acompañaba, así te encerraba con su mirada y sacudiendo el metálico brillo pedía amenazante su sueldo momentáneo.
De esta forma conseguía sobrevivir. No necesitaba mas que un lugar descuidado y su valor. Eso era todo.
De golpe en golpe, pasaban sus días. De infierno en infierno, pasaban las noches. Zippo era bueno, era loco, estaba vivo y su alma se desataba con el ocaso del día. Pero su corazón se apagaba con el amanecer y comenzaba su recorrido sin piedad robando a punta de pistola por los barrios argentinos.
Nunca tuvo nada, nunca. Nunca quiso tener nada, nunca. Pero una noche de whiskys y miradas entre cruzadas con las bailarinas del puticlub del cual era habitué, su destino se torcería un poco, para, como nunca antes lo había aceptado, encontrar un socio en su trabajo...
Eran las 3 a.m. y la sonrisa de Zippo se apagó. Rara vez ocurría esto, la noche recién comenzaba. Bajó la mirada, apenas tanteo el fierro y le quito el seguro, se acomodo en el asiento del antro nocturno y suspiro esperando lo peor. Estaba listo, siempre lo estaba. Por un momento titubeo, nadie solía acercarse a él y con una mezcla de cuidado y atención escuchó un susurro muy especial...
"Soy el Zumba".. dijo mientras se acomodaba a su lado este gigante desconocido.
"Yo no soy ni quiero ser nadie.." contestó mientras se erigía rápido y listo para irse.
"Tengo un laburo fácil y de buena banca, Zippo". Las palabras inmediatamente escribieron dudas en la mente de Zippo. Quien es este Zumba? Que laburo? y por sobre todo, Como me conoce? La curiosidad mató al gato y atrajo a Zippo a la mesa nuevamente. Se sentó, tiro una sonrisa cordial, saco un poco de marihuana y mientras armaba el cigarro sin levantar la mirada, dijo tajante: "te escucho, no me hagas perder tiempo"
Ahí comenzó la charla, ahí comenzó un nuevo viaje para Zippo, pero ya no mas solo, ahora acompañado por el Zumba.
Texto: Ricoteros de Alma.