BIENVENIDOS AL GHETTO

Ya no estás solo, estamos todos en este día y cada día. No venimos a enseñarte, solo a darte un lugar para que compartas este sentimiento. No somos nada mas que un grupo de amigos que disfrutan de una pasión sin límites y quieren contarla. Por suerte nunca ningún miembro de los Redondos ha confirmado alguno de los mitos que se generaron a su alrededor, lo que hace imposible afirmar lo escrito aquí. Disfruten del viaje, termina cuando ustedes quieran.


jueves, 9 de febrero de 2017

MANIJA



Si empezamos a revolver en el diccionario que envuelve nuestras mentes, hoy la palabra manija es muy común escucharla. De a poco se fue convirtiendo en el sinónimo más claro para las palabras "ganas", "ansias", etc. Cuando uno tiene ganas de juntarse con amigos, familiares y sabe que pronto lo hará, comienza a "manijearse", a tener más ganas de lo normal.
Ahora trasladando este verbo a nuestra conjugación ricotera, toma otro sentido un poco más profundo. Primero porque casi podemos auto-nombrarnos originarios de la misma ya que somos los mayores exponentes de la palabra. Hay algo más manija que un grupo de ricoteros al enterarse de la salida de un disco? de una misa? Hay algo más manija que un ricotero que viene juntado moneda sobre moneda, controlando sus hábitos más adictivos solo para llegar a hacerse un tatuaje?
Porque digamos, la "manija" de una persona normal, o como preferimos llamar, de los mortales es esas ganas de ir a la cancha a alentar a su equipo, de salir al boliche un sábado con sus amigos o de comprar la entrada para el recital de tal banda que toca la próxima semana (y la otra, y la otra).
Y en parte en esto último reside el meollo de nuestro asunto, muy allá en el tiempo, en la pre-historia de nuestro mundo redondo, la banda tocaba medianamente seguido. A partir de los noventa la banda en su paso a la masividad y lo difícil que era acarrear tal engranaje al organizar un recital multitudinario, comenzaron a hacerse misas mas espaciadas en el tiempo, hasta llegar a nuestra actualidad donde con mucha suerte esperemos tener dos misas este año (y luego a rezar).
Y cambia el sentido de la palabra en nuestro lunfardo ricotero porque dentro de todos los sinónimos que podemos encontrar, tambien lleva una dosis sentimental. Nosotros no tenemos ansias o ganas de ver el show del Indio Solari y Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado, no. Nosotros vamos a la misa que comienza cuando sale la fecha confirmada, la manija la tenemos mucho antes, cuando atravesamos esa espesa niebla de rumores y versos que hoy abundan en internet, ahí comienzan nuestras ganas, pero cuando sale la fecha, cuando ya tenemos ese ticket mental que borra todos nuestros compromisos del cerebro para ser ocupados por uno solo que sale desde el corazón hasta nuestra piel, ahí empieza la manija ricotera que es la que se impone por sobre el resto.
Porque ese día si no estás al pedo, hueveando en la net y te perdiste la noticia, te llama tu amigo, tu hermano, tu novia, tu hijo, hasta tu vieja para avisarte que confirmaron la fecha. Todo el mundo que te conoce parece querer compartir tu alegría, parece que quisieran ser los primeros en hacerte feliz, porque saben como te pone y apenas lo saben están apurados por llamarte y ser los primeros en contarte la feliz noticia.
Y después sos vos el que reacciona. Dejas todo lo que está haciendo, si tenés una compu a mano te atas a ella, sino comenzas a llamar a aquel amigo enfermo como vos que seguramente puede confirmarte si es real o no. Todo pasa en segundos, todo tu estado de ánimo se modifica como tus planes para los próximos tres o cuatro meses.
Y después comienza la etapa de la planificación, nos transformamos en maquinas de logística turística, investigadores de las rutas más recónditas de nuestro país, aquellas que nos permitan esquivar ciertos ultravioletas (aunque cada vez sea más difícil). En poco tiempo nos recibimos de Boy Scout, y sabemos dentro de nuestra mente como sobrevivir a una misa con un par de monedas y algún fernet que un alma caritativa del barrio pueda donar (acalaramos que esto solo pasa en nuestras mentes, la realidad es totalmente distinta y cuando volvemos a casa parece que hubiésemos atravesado el Sahara caminando y sin agua, todo detalle quedará como trofeo dentro del anecdotario que nos acompañará por el resto de nuestras vidas).
Pasamos de organizar el más rico de los asados a llegar con un sandguche que tiene más pan que fiambre. Pasamos de una caravana de colectivos coche-cama-ejecutivo con servicio a bordo a caminar 30 km, viajar en la caja de un rastrojero modelo 68 y colarse en el tren la otra parte del kilometraje faltante.
Pasamos de todo por llegar, todo en nuestra mente pasa miles de veces en el día, "y si vamos así cuanto ahorramos?". "Ah! pero si me pagan el día tal, podemos llevar una caja de fernet.." "La tía Elsa viaja una semana antes a ver a la abuela, nos colamos con ella y después allá vemos, total quedamos a 90 kilómetros..."
Cuantas de estas cosas pensamos antes de esa semana?
Y nos falta la última arista de esto que llamamos manija: las lágrimas.
Te acordas de miles de cosas antes, los amigos que no están, los familiares que no están. Con quien te queres encontrar que solo lo ves para la misa. Los que te ayudaron a llegar y no son ricoteros. Con quien viajas, ese abrazo que te debes con tal persona y aprovechas ese pequeño pogo en la previa cuando suena "esa estrella era mi lujo" en algún puesto de choris, para abrazarlo fuerte y sin abrir la boca agradecerle todo lo que hizo por vos. Todos detalles que van adornando este evento que nunca sabemos cuando empieza ni cuando termina, solo sabemos el horario del show.
Si hasta la caminata tiene ribetes que nos dejan recuerdos que luego traerán risas y añoranzas: La tierra, el barro, las vueltas, nos perdimos a la salida, me quedé sin un peso, perdí el colectivo, se largó la tormenta, se nos rompió el auto mil veces, llegué sin zapatillas, etc.
Todo pasa por nuestras mentes antes de viajar, miles de sentimientos y sensaciones, recuerdos, deseos, ganas, emociones, todo mezclado dentro de nuestra cabeza y corazón y que se desata en un estallido espiritual al momento de poner el primer pie en el recinto donde se realizará el recital.
Esa es nuestra manija, la ricotera, la más insoportable para el que no la siente y debe bancar a un hermano, pariente o amigo que si. La más linda para aquellos que la sentimos y vivimos con cada nueva reunión. Esa es la manija ricotera, una parte más de nuestra misa.