BIENVENIDOS AL GHETTO

Ya no estás solo, estamos todos en este día y cada día. No venimos a enseñarte, solo a darte un lugar para que compartas este sentimiento. No somos nada mas que un grupo de amigos que disfrutan de una pasión sin límites y quieren contarla. Por suerte nunca ningún miembro de los Redondos ha confirmado alguno de los mitos que se generaron a su alrededor, lo que hace imposible afirmar lo escrito aquí. Disfruten del viaje, termina cuando ustedes quieran.


jueves, 4 de febrero de 2016

YO VI ARDER ESA CIUDAD



Yo nunca había pisado el norte hasta que el Indio tocó allá. Un viaje larguísimo, interminable y la vuelta peor: se nos rompió el cole y tuvimos 5 horas varados en la ruta. Perdí una zapatilla así que llegue descalzo. Me quedé sin plata como de costumbre cuando entraba al estadio, así que imagínate el hambre que tenía cuando volví a mi casa.
Pero todo valió la pena al ver como se quemaba todo. Yo vi incendiarse esa ciudad y éramos el centro del fuego. Es una sensación única y posiblemente nunca la volveremos a vivir. A veces parece que todos los planetas se alinearan para hacer estallar todo y en ese momento fue así. Se que cuando comienza la misa todos tratan de prender bengalas, pero esta vez se iluminó todo. Ardían por todos lados, mirabas donde mirabas la gente estallaba en bengalas.
Todo pasó de golpe, Hacía como media hora que no parábamos de cantar y ya se que siempre se canta en la previa, pero esa vez parecíamos una horda de salvajes. Todos unidos al grito de "soy redondo hasta que me muera" sin parar, cuando una parte del estadio bajaba la intensidad desde el otro lado la levantaban. Así durante un largo rato y cuando pensas que vas a parar para descansar la gola, se apagan las luces y todo tu ser se va en un grito que da pie a esa danza indígena. 
Las misas en estadio tienen eso de especial, parecen un campo minado que va estallando desde diferentes lugares, como si la primer bengala que se enciende a la derecha, hiciera estallar otra, y esa otra y así. 
Una misa más entre tantas que vivimos pero en esta había algo en el aire que presagiaba la locura. Todos contenidos en ese gigante de cemento, nos mantenía detenidos como el comienzo de una carrera, esperando solo el visto bueno del Indio para empezar a poguear.
El "damas y caballeros" fue continuado por los acordes de "Fuegos de Oktubre" y todo lo demás es historia. Todo estalló y comenzó a arder. Miles de veces en los meses previo decíamos "voy al coliseo a prenderme fuego" y esta vez fue real. Las bengalas nos envolvían, el rojo intenso se desplegaba por el campo, las plateas, la popular. El cielo se contaminaba con ese humo que nos hacía cada vez saltar mas alto. Y todo acompañado por el coro de los desangelados que seguían la música gritando "ohhh ohhh ohhh". La gente no solo corea las letras, también corea la guitarra y todo hace mas intenso este paisaje.
En un momento me detuve un poco por el cansancio y otro poco para observar. Comencé a girar sobre mi eje y la pintura era única. Estaba dentro de un cuadro perfecto, toda la gente era una sola masa que no se llegaba a diferenciar entre los que estaban sobre el cemento y los que estaban sobre el campo. A medida que se apagaban las llamas en algunos sectores se encendían en otros. Todo como si estuviera fríamente calculado por algún Luzbelito que quería meternos en ese infierno encantador.
Las luces, las llamas, el fuego, la gente, el pogo, nos envolvía y nos daba fuerza para seguir.
"Te prefiero igual" gritamos como si no hubiésemos abierto la boca por horas. "Internacional" decíamos mientras señalábamos el escenario.
No paramos.
Siempre es una fiesta, siempre hay caras de alegría, pero en ese momento cantábamos como si nos preparáramos para la lucha, para la guerra.
Con tan pocas palabras la gente se emocionaba y explotaba contra el cielo salteño.
Lo demás fue espectacularmente normal.
Pero ese comienzo fue un infierno. Yo vi arder ese estadio, vi como nos encendíamos cada vez mas. Yo vi arder esa ciudad.


Por suerte, ha quedado registrado en video ese momento: