BIENVENIDOS AL GHETTO

Ya no estás solo, estamos todos en este día y cada día. No venimos a enseñarte, solo a darte un lugar para que compartas este sentimiento. No somos nada mas que un grupo de amigos que disfrutan de una pasión sin límites y quieren contarla. Por suerte nunca ningún miembro de los Redondos ha confirmado alguno de los mitos que se generaron a su alrededor, lo que hace imposible afirmar lo escrito aquí. Disfruten del viaje, termina cuando ustedes quieran.


lunes, 9 de mayo de 2016

A vos amigo.



Siempre vamos contando las historias que nos van llegando. Nos caen de todos lados, de todas partes, de personas que nunca vimos, que quizás nunca hablamos. Esto de las redes tiene su lado tóxico, pero también tiene su lado bueno y es lo tanto que te acerca a las personas por más lejos que estés.
Y todo comienza con un "me gusta", con un "compartir", con un "comentario". Te das cuenta que el otro curte la misma onda que vos y se te hace un compañero de facebook. Luego esas circunstancias de la vida te acercan, por haber vivido cosas similares, por pasar por mismas tristezas, por comprenderse, por entenderse y soportarse, por apoyarse.
Y ahí es donde comenzas a pasar ese estado de amigo en una red a verte. Con un grupo de amigos nos fuimos conociendo viajando, solo unidos por la pasión llamada Patricio Rey. Porque somos de diferentes equipos de fútbol, partido político, religión. Pero nuestra pasión fue tan grande que nos termina uniendo la música.

Así nos conocimos con José Luis. Un gran tipo que vivió en Córdoba gran parte de su vida, en San Francisco y que comenzó a seguir a Los Redondos allá por los noventa, pasando por esas noches con fiesta de la cerveza en L'etoile, aquellos Obras inolvidables, hasta dar el gran paso por los estadios.
Un gran tipo en todo sentido, no solo por sus cualidades como persona, sino también por su físico. Enamoradizo y totalmente confiado en el amor, el puro, el que sueña con ser para toda la vida. Uno de esos tipos que vive soñando con que algún día el destino te pondrá en frente al gran amor.

José Luis era uno de esos tipos que nunca te deja tirado, que gasta las últimas monedas para ir a verte, sin importar las distancias. Ese era José Luis, o como lo conocían todos, Chicho.
Chicho trabajó de todo. No importaba que, para llevar el pan a su querida viejita, hizo de todo. Tuvo un gran amor que el destino se lo robó cuando mejor estaban. Siempre me lo contaba: "un día llegué a mi casa y me entero que mi novia había fallecido en un accidente".

Su vida fue eso, superar un golpe tras otro, siempre con una sonrisa, siempre mirando hacia adelante.
Hermética y Los Redondos. Por ellos movía cielo y tierra.
Sin dudas encarnaba en su piel, lo que Solari denominaba DESANGELADO. Vivió su juventud en los suburbios porteños, para luego instalarse en San Francisco. De herrero a kioskero hizo de todo para sobrevivir y sobrellevar el peso de la soledad. Estábamos todos, pero siempre en su corazón quedó ese vacío que dejó el amor.

El gran quiebre de su vida fue la partida de su "viejita". Ahí dio un giro a su vida y decidió volver a Buenos Aires solo para estar más tiempo y más cerca de sus amigos ricoteros. Cumplió sus cincuenta como él quería, rodeado de amigos, rodeado de rocanroll, asado, brindis y sonrisas. Disfrutó. Estaba feliz.
Pudo vivir como siempre quizo, no con lujos, no con dinero. Con amigos. Con ricota.
Luego vino lo que vino. Vivir solo cuesta vida. Él quizo vivir cerca de sus amigos a pesar de las carencias que tenía en Buenos Aires. Dejó su casa en Córdoba y fue a acomodarse como pudo allá en el frío porteño. Y su corazón, que no era un hotel, un día dijo basta.
Fue un golpe muy duro para todos nosotros, cuando pasó el tiempo y lo pensamos nos pareció que era una camino inevitable, el cuerpo pide descanso y Chicho no se lo quiso dar.
Cuando falleció tuvimos un problema, la falta de dinero para los gastos, algo así como 14 mil pesos. Hace un año ya, imaginense que no es fácil conseguir cierta cantidad de dinero, pero entre amigos que tenía miles, en poco tiempo se logró juntar el monto. Si, Chicho tenía miles de amigos literales, no contactos de redes sociales, eran sus amigos reales y que no solo abrazaba con palabras a travez de las redes, se tomaba su tiempo, sus pocos pesos y viajaba cientos de kilómetros para abrazarlos.
A la misa de Mendoza no entramos, el casi no podía caminar, pero viajo igual para estar con sus amigos. Cuando llegó el momento en que todos encararon para el recinto, nos quedamos, la caminata era larga y no la iba a aguantar, pero disfrutó esos días igual.
Hoy ya casi un año ha pasado desde la última vez que nos vimos. Ha pasado una misa más. Han pasado reuniones, asados y todos te seguimos recordando. Cada vez que escuchamos "Esa estrella era mi lujo" o "Mi genio amor", es imposible no acordarme de vos.

Algún día ojalá el mismo Indio escuche tu historia, me prometí a mi mismo que si lo llego a cruzar y tengo un minuto para hablarle, le contaría de vos. Se que muchas de las letras que Carlos escribió, las inspiró gente como vos, esos desangelados que están abandonados por la sociedad y que cada mañana dejan todo para seguir adelante. Sin importar los golpes o los dolores. Tantas veces soñamos cosas, historias, misas, amores. Hoy sueño desde acá abajo y mi sueños es que, ojalá, ojalá, algún día Carlos te nombre antes de Juguetes. Sería un lindo premio para todos aquellos que alguna vez soñaron y nunca llegaron a ser algo más que buenos amigos..