BIENVENIDOS AL GHETTO

Ya no estás solo, estamos todos en este día y cada día. No venimos a enseñarte, solo a darte un lugar para que compartas este sentimiento. No somos nada mas que un grupo de amigos que disfrutan de una pasión sin límites y quieren contarla. Por suerte nunca ningún miembro de los Redondos ha confirmado alguno de los mitos que se generaron a su alrededor, lo que hace imposible afirmar lo escrito aquí. Disfruten del viaje, termina cuando ustedes quieran.


miércoles, 26 de diciembre de 2012

MI PRIMER AMOR...


Quise escaparme de todo y salí huyendo hacia la nada, montado a este corazón y forzandolo a dar toda la fuerza que en esta vida ya había derrochado.. De ahí dejando solo mi sombra detrás, salimos a recorrer este mundo sin mirar atrás, sin pensar en nada, ni siquiera en nosotros.
No llegamos a acariciar las duras calles, la tierra se detuvo en este viaje porque nuestro paso era mas veloz que el asomar del crepúsculo. Cruce la Independencia de un pulmón ciudadano donde gritan las voces atascadas de fervor llenas del aliento más puro, y las mismas me empujaron a la cercanía de tabladas atrincheradas en un sueño de primeras utopías... En caída libre rodé hasta quedar en un embotellamiento vació donde la costa se asentó a mis pies, y el viento empujo mis velas hacia el norte del caribe donde el sol derrite el frío del invierno urbano.
Me detuvo la imponencia del cemento gigante, embanderado en olas que chocan al sol. Ahí le escriben cartas al inventor de febos y firmamentos, suplicandoles que es el momento de dejar de dormir para comenzar el sueño, allí tallan en sus paredes cuentos de libertad y lucha. Después el verde me presento cientos de almas corriendo hacia un afligirse mejor, nada mas que por estar, ver, cruzar, sentir y palpar ese rió navegado por veleros carentes de alma y pasión. En mi andar me vieron cruzar sonrisas, sentadas cómodas en la plaza, cruzadas de piernas como cada tarde. Me guiñan el ojo con la picardía que las lleva a apagarse en nuestras ventanas eléctricas de los 80. Me señalan el paredón donde barbas y pintadas deciden  instalarse y reunirse a rebelarse ante el dedo señalador de lo que nos quieren comer el cerebro. Ahí cada jornada son nuevamente fusiladas por elogios de libertad e ideologías jóvenes, ahí nunca mueren, ahí el "che" es tan eterno como su imagen desprolija..
Ya mi mente se perdió, decidió evitar los caminos marcados para recorrer el propio y comenzó a escalar sierras esmeraldas que me dejaban extraer un montón de cielo para poder descansar seguro rodeado de un fuerte hecho de robles que protegen mi corazón de sus propias ganas por ser lastimado, ahí se encuentra recostado, donde ya nadie puede contaminarlo, ni las torres, ni los alfiles, ni los caballos o sus reinas me podían gritar jaque. Los árboles lloraban a mi paso y señalizaban en sus ramas caídas mi camino hacia los portones que mi mente ansiaba, las puertas donde lo único que nos ata es la conciencia y la rutina, la discriminación y la uniformidad, el conformismo y el consumismo, la ausencia  de amor y la carencia de sentimientos.  Y decidí dejar esa mochila de madera cargada de amarres que sujetaban mi equipaje de libertad a metros del portón de hierro, me senté y fue solo para tomar impulso y un poco de aire. Mi viaje ya se había prolongado lo suficiente. Así y todo nunca dude en cruzarla. Era todo lo que necesitaba, era mi lugar en el mundo, un mundo redondo difícil de pisar pero que es el único donde me permito estar. Era mi vida, ahí el asfalto se cerró, y solo yo me imponía sin máquinas a mi alrededor. Sin equipaje, sin mentes contaminadas, naturalmente libre. Purezas sobre ruedas corrían a los sueños inocentes, amores rodaban en el pasto sin nubarrones que los separen, metas sin medallas eran alcanzadas por cada uno de los que siguen en carrera, siempre hay hierbas que se queman y otras que se endulzan, y en ambos casos, siempre se comparten. Ahí entre tanta gente, en mis oídos gritaban y estallaban esas melodías que cambiaron mi vida, esas melodías que acordaban entre ellas encender el fuego adolescente y hacer hervir mi sangre, la hacían bailar con fuerza. Ahí entre tanta gente encontré mi soledad. Mire hacia los costados, al horizonte a mi pasado detrás y nada pude ver. No te vi. Si te sentí. Me tomaste de la mano y callada, ahuyentaste mi soledad, mis miedos y mis infiernos. Me curaste, me abrazaste, me prometiste y me besaste. Y ya nunca pero nunca más me dejaste caer..


Texto: Ricoteros de Alma.